Voy por las calles de Estación y Berrueco hasta que me desvio por el camino del Canillo, pasando por la fuente del mismo nombre. Poco a poco llego al centro del pueblo para ver la Iglesia y el Ayuntamiento, justo detrás está el Mirador del Guijo con vistas panorámicas muy bonitas que no puedo dejar de lado.
Retorno sobre mis pasos y por la calle Portezuela llego hasta el cementerio, para bordearlo a la derecha y salir definitivamente al campo.
Cruzo una puerta de ganado y me adentro en el pinar de Zarzalejo. Lo primero que veo es una manada de vacas que pastan tranquilamente, a pesar del frío y el viento huracanado.
Cruzo el arroyo de la Pontezuela y giro a la izquierda para iniciar una suave subida por la umbría Matarrubia hasta las Quebradas.
Cruzo la puerta y veo frente a mí el valle por donde discurre el arroyo de Valsequillo. A la izquierda, por el Prado Pellejón, camino para visitar los restos defensivos de la Guerra Civil, unos más de los muchos que hay por esta zona donde estuvo el frente de la Batalla de Brunete.
La bajada es vertiginosa y extremo las precauciones para no caer lesionado. Rápidamente me encuentro el GR-10, que he dejado en la puerta del cementerio, y circulo un trecho por su trazado hasta el túnel de la Cañada.
En el camino de ahora ya no hay pinos sino fresnos, prados donde hay ganado vacuno y algunos perros que aterrorizan al caminante, aunque están dentro de un débil vallado, que el animal puede saltar o romper en cualquier momento. No fue así y el animal quedó tranquilo, cumpliendo con su cometido cuando me alejo, y yo mucho más.
Al pasar el arroyo de la Pontezuela giro a mi izquierda para visitar otra zona defensiva muy bien parapetada en lo alto de un cerro.
No hay camino y no sé si estoy en propiedad privada, si es así pedo disculpas, porque la bajada no la hice por el mismo lugar y me encontré con una pared coronada con unos alambres de espinos que salté fácilmente y procurando no romper nada. Imagino que es un cierre para que el ganado no salte al camino.
Justo enfrente sale un camino, con una cancela, que abro y cierro tras mi paso, que me lleva a un molino de agua construido a finales del S XIX, para aprovechar la corriente del arroyo Palacios, (continuación del arroyo Pontezuela), cuya fuerza motriz hacía girar los mecanismos que permitían la molienda.
Este molino es una pequeña muestra de los auténticos tesoros que existen en la Comunidad de Madrid y que por desconocimiento de las autoridades o por desidia, no se destina un pequeño presupuesto para su reconstrucción y que revertería en beneficios mediante su explotación turística y cultural.
Retomo el camino del Molino Patatero y un poco más adelante desvío a la izquierda para ver una cantera que queda a la izquierda, parte de la cual se sigue explotando, por lo que vi.
Caminata muy asequible para hacerla en cualquier época del año, incluso con niños, que estarán encantados de conocer las cosas que pasaban hace menos de un siglo. Es bueno que sepan cómo se mataron los españoles gratuitamente, por la intransigencia de todos, para que aquello no se repita.
Variedad de paisajes, vistas maravillosas desde atalayas donde cuesta poco subir, curiosidades como la visita al molino, hacen que al terminar nos encontremos gratificados.